lunes, 11 de mayo de 2009

Una mujer de ayer y de hoy

Los santos, ha escrito Jacques Maritain, son «los verdaderos educadores de la humanidad». Hacen visible el rostro de Dios en la historia.

María Dominica es una de esas figuras que en el breve curso de su existencia (1837 -1881) ha experimentado la aventura de vivir lo extraordinario en la trama de lo ordinario. Un vida breve, entregada a la educación de las jóvenes.

Un racimo de años transcurridos casi enteramente en las colinas del Monferrato piamontés.

Su espiritualidad no es conocida sólo en el ámbito de la Familia Salesiana. Una comunidad de bonzos de Camboya ha expresado su simpatía por esta mujer educadora, sabia y humilde, de corazón misionero.

En Alemania, un grupo de familias de Magdeburgo, que no pertenecen a ninguna confesión religiosa, ha dado vida a una asociación solidaria en favor de los niños pobres y le han dado el nombre de María Mazzarello.

En Brasil, le ha sido dedicada la biblioteca de la Universidad católica de Brasilia, precisamente a ella que había aprendido a leer ya adulta.

Los santos no sólo hablan de Dios, sino que lo revelan en su identidad más profunda: el amor.

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